Si hay una forma de hacer el poema, de escribirlo, es a través del pulso de la sangre, un flujo continuo que brota del ADN poético y no se detiene hasta encontrar su espacio sobre el papel. A esto lo llama Alberto Hernández el nervio poético, él lo sabe porque fluye por sus venas, se hace eco de su memoria, sus palabras, su esencia, es su ADN, aunque a veces pretenda escapar de él y no alcance a lograrlo, salvo para escribir la mejor de las prosas poéticas que he leído. Eso es este libro, una mezcla de poesía, prosa poética, narrativa y ensayo literario que se acerca más a una disertación sobre la poesía y el oficio del poeta que a otra cosa. Y no es raro, después de todo este libro está dedicado a la poesía y a los poetas venezolanos, es un homenaje y a la vez un rescate, un atreverse a reconstruir la memoria poética de un país donde unos pocos gozan la suerte de que sus versos traspasen las fronteras.
Blog literario de la escritora venezolana María Luisa Angarita: su poesía, ensayos, artículos, crítica literaria y cine, reflexiones en torno a la palabra, teología y fe. Su oficio escritural desde la infinitud de las palabras.