El bloqueo de escritor o bloqueo creativo surge cuando las ideas y las palabras simplemente no llegan, no aparecen y por ende no alcanzamos a plasmarlas en la página. Es uno de esos grandes atolladeros en los que los autores nos vemos atrapados en ocasiones y sobre los cuales todos intentan discernir, a veces sin mucha suerte.
En mi caso particular, el bloqueo de escritor es una constante, quienes se han sumergido en mis poemas habrán notado mi insistente vuelta al tema de las palabras que escapan sin que pueda asirlas, y que vienen siempre de improviso para engañarme. Es una especie de juego y a la vez de tormento, especialmente para el poeta.
Recientemente una joven poeta me escribió para pedirme orientación sobre cómo superar este bloqueo, debo reconocer que su pregunta me hizo pensar un par de días pues hasta ahora no me había planteado de forma concreta cómo superar el bloqueo, así que me concentré en revisar todas las veces que me he sentado frente a la página en blanco y mis estrategias para poder, no digamos vencerla, sino zambullirme en ella. En función a mi respuesta para ella, pensé en ahondar un poco más y compartirlo con ustedes en estas líneas.
¿Qué es el bloqueo del escritor?
Creo que eso que llamamos bloqueo no es más que la ausencia en determinados momentos de la magia de la esencia poética, porque la escritura, especialmente la poesía, es una especie de magia, de invocación divina que al nombrar crea y al crear da vida, el asunto es revisar qué es eso a lo que le estamos dando vida.
También se requiere entender que el trabajo poético requiere de más paciencia, más interioridad y más respeto que otros géneros, porque en lo profundo de ese texto, aunque el autor no quiera y se esconda entre metáforas y la famosa “voz poética”, siempre una parte de él se cuela en el poema.
Los bloqueos tienen también distintos orígenes, por ejemplo, escribir sobre un tema que desconocemos nos puede generar verdaderos dolores de cabeza, esto no quiere decir que haya que saber de todo, pero sí ciertamente necesitaremos una base y es necesario construirla primero. Por ello muchas veces podemos “bloquearnos”.
Otra causa común de bloqueo es el cansancio físico e intelectual, muchas veces los escritores no viven de lo que escriben y requieren manejar su arte como un oficio, ajustado al tiempo libre, a un par de horas extras en la noche, porque en el resto del tiempo hay que trabajar para ganarse la vida, así que el agotamiento mental y físico se confabulan para silenciarlo.
Para algunos autores la escritura bajo presión les es más fluida que cuando tienen todo el tiempo del mundo para hacerlo, por lo que es posible que en el tiempo libre no alcancen a producir nada.
Otros creen en la inspiración y otros en el trabajo constante, así que para cada autor hay un mundo de posibilidades diversas.
En lo personal me he visto enfrentada a tres tipos de bloqueos, el de la página en blanco, el emocional y el de temas no literarios, a veces los tres confluyen en un mismo instante.
El bloqueo de la página en blanco se presenta de golpe, todo está listo para sentarse a escribir, las ideas han revoloteado todo el día en mi cabeza, palabras hermosas, imágenes perfectas, pero al momento de sentarme frente al computador, nada, simplemente la magia no ocurre. En esos momentos me viene a la mente la voz de mi hija repitiendo el parlamento de uno de los personajes de Disney en “Grandes héroes”: “¡Nada, es un cerebro inútil!”.
Otro de mis tormentos a la hora de escribir tiene que ver con la temática. Puedo escribir fácilmente sobre casi cualquier tema que se me ha cruzado por la mente, pero cuando se trata de escribir poesía sobre la condición de salud de mi hija o de toda la experiencia que en sus 10 años de vida hemos tenido, me ganan el silencio y a veces las lágrimas.
Por ello sé que no se puede escribir tan libremente de todo como uno quisiera, especialmente cuando hay heridas emocionales. Tal vez esto no es igual para todos, cientos de autores han hecho grandes obras desde el dolor, yo en cambio prefiero tratarlo con respeto. De hecho, hace más de 4 años que intento culminar un poemario sobre este tema y al parecer falta aún más tiempo para lograrlo. Pero la poesía es así, la escritura es así, algunos temas requieren más tiempo, más reflexión, más distancia.
El otro gran bloqueo es el de temas no literarios, este lo enfrento casi a diario, me refiero a la escritura profesional para otras áreas como temas de dietas, moda, ejercicios, salud, son temas que investigo y escribo a diario porque como redactora profesional ese es mi trabajo, y me encanta ofrecer a mis clientes un trabajo de calidad que les ayude a captar el público que quieren, pero como escritora en ocasiones me generan resistencia, porque se alejan de lo literario aunque no de lo creativo.
Así que en este punto mi mayor bloqueo diario y momentáneo es ¿Cómo desarrollar este tema de modo original, creativo y profesional? Entonces lo asumo como un ejercicio de escritura y me lanzo, para descubrir que siempre se puede ir más allá de nuestros propios límites.
¿Existe realmente el bloqueo en poesía?
Yo creo que más que bloqueos, en poesía podemos hablar de ausencias, del eterno juego de la palabra poética con el poeta.
Por fortuna mi relación con la palabra poética es un tanto mística, para mí es salvación, y el poema es el espacio por excelencia para salvarme, para exorcizar demonios y también para encontrarme, porque en la escritura poética todo se trata de un viaje, siempre continuo, hacia uno mismo. Por ello, cuando el día o las diversas situaciones me trastocan, vuelvo al poema, para salvarme.
Pero esa salvación tiene mucho también de misterio, de silencio y desierto, un camino sumamente similar al de la fe, pues como bien lo refiere Octavio Paz, “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. […] Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. ”
En fin, la poesía es un abandonarse, un dejarse llevar, y también tormento, la lucha continua por alcanzar las palabras y luego, por plasmarlas tal como las escuchamos, con esa sonoridad que no se consigue en otros géneros. En este sentido y en tantos otros para mí la poesía es salvación y también condena. Por esto el poeta lucha, día tras día, por asirse de la palabra poética.
En función a esto, es normal que el poeta pueda sentirse bloqueado por momentos, unos más largos otros más cortos, y algunos más desesperantes que otros. Pues, como también lo supo expresar Eugenio Montejo en su poema “La poesía”:
La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada nos pide
-ni siquiera palabras.
Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.
Octavio Paz y Eugenio Montejo comprendieron la esencia de la poesía, ese juego, ese misterio, su esencia. Ellos sabían que la poesía es libre, y que el poeta, aun cuando se convierta en un maestro del lenguaje, no es más que un intermediario.
Por esto hablar del bloqueo creativo o del escritor en poesía, podría resultar incluso algo pretensioso, no es igual sufrir un bloqueo por no lograr en un momento ubicar cierto pasaje en una trama novelesca, que apresar las palabras exactas y aprisionarlas en el poema, esto implica paciencia, humildad y respeto por la palabra poética, por ello más que bloqueo, convendría mejor llamarlo ausencia, espera, juego, otros términos que nos permitan comprender que no es el autor quien se bloquea a la escritura poética, son las palabras, la poesía en sí, que por momentos no ha querido posarse sobre el poeta.
Pero si el poeta es astuto, sensible y profundo, sabrá encontrar la poesía en otras formas, en el arte, en la música, en la misma poesía escrita por otros, también la verá en quienes le rodean, en sus experiencias, en el paisaje, el poeta puede ver más allá que los demás, porque ve la esencia, y eso forma parte de su quehacer, necesita llenarse de eso para encontrar las palabras y hacer su magia creativa.
En tal sentido, me atrevo a esbozar algunas estrategias que en mi caso han funcionado para superar o al menos convivir armónicamente con estos “bloqueos o ausencias poéticas”, no pretendo imponer con esto ni con mi disertación anterior una forma obligatoria y única de ver la poesía y el bloqueo del autor, como ya dije, para cada autor todo es diferente, solo hablo aquí de mi experiencia.
Estrategias para superar el bloqueo de autor en el campo poético
Cambia el formato.
Si la página en blanco del cuaderno, la computadora o el papel te asustan, cambia el formato. Puedes usar una app de escritura, o algo que realmente te presente una especie de lienzo que no se parezca al papel. En lo particular, me valgo del Instagram para lograr esto.
Los poemas que publico en mi cuenta de Instagram son ejercicios, algunos tienen mejores resultados que otros. La ventaja de este tipo de formato es que puedes añadir una imagen o video y en función a ello girar tu tema de escritura, además esa posibilidad de la publicación inmediata le añade cierta carga de presión que funciona para quienes acostumbran a trabajar bajo ese nivel de urgencia.
Algunos de mis textos en Instagram los escribo en función a la imagen, cuando es una escultura, un paisaje, fotos familiares. En ocasiones, el uso de esta red social me resulta más atractivo para escribir que la página en blanco del Word de mi computadora.
Sal de tu zona de confort
Esta es una frase trillada pero efectiva. Por zona de confort me refiero ese espacio donde siempre escribes, tu escritorio, tu computadora, la comodidad de tu casa.
No se trata de que te lleves un cuaderno para escribir afuera, se trata de que salgas a la calle y te enfrentes a la realidad. Observa a las personas, lo que hacen, escucha lo que hablan, sus expresiones, sus miradas, sus gestos. Sin juzgar, solo observa.
El escritor puede no conocer muchos temas, pero puede impregnarse de ellos observando la vida de otros, especialmente de las emociones.
Observa también el paisaje, la ciudad, los autos, los animales, las aves, los árboles, obsérvalo todo, con atención de pintor, como si intentaras guardar cada imagen en tu memoria. Lógicamente no lograrás conservarlo todo, pero en algún momento la imagen de aquel niño corriendo en la plaza tras las palomas te traerá algunas palabras y surgirá el poema.
Lee poesía
Sabido es por todo el que se inicia en el mundo escritural que para escribir bien es esencial ser un buen lector. Es en los libros donde encontrarás todo el bagaje cultural y el vocabulario que un día podrán dar forma a tus poemas.
Yo recomiendo leer con más frecuencia poesía. Al leer poesía se pueden descubrir nuevos mundos, nuevos estilos, otras formas de hacerse con la palabra. No me refiero a que copies el estilo de un autor o robes sus textos, me refiero a que te dejes iluminar por su trabajo.
En muchas ocasiones un poema de otro autor ha venido a ser el impulso para que la sonoridad de las palabras vuelva a mi mente y surja la poesía.
Cambia el género
Si por más que intentas, el poema no surge, ejercita tu escritura cambiando el género. Puedes escribir una carta, la reseña de un libro, un ensayo, un cuento. No importa que sea la cosa más mala del mundo, lo que importa es que las palabras fluyan para que puedan volver.
Aparte de la poesía a mí me gusta el ensayo porque ofrece un campo libre para decir lo que no cabe en el poema, ni siquiera en la prosa poética. Pero cuando escribo ensayos, la poesía pareciera ponerse celosa y empieza a enviar imágenes, frases, metáforas, que terminan formando parte del texto.
Por eso algunos lectores opinan que mi escritura ensayística es muy poética, y tienen razón, siempre recuerdo a mi tutor de tesis, un gran escritor por cierto, corregirme mis desvíos poéticos cuando redactaba, para luego volver y corregirme el estilo científico que tomaban mis textos. Pero de esto se trata también de aprender y de fluir.
Ejercítate
No es que yo sea fan del ejercicio físico, pero sí sé que caminar, trotar y en definitiva, moverse, te ayuda a despejar la mente, además que mejora la oxigenación cerebral lo que es vital para el trabajo cognitivo.
Así que actívate, que la vida del escritor es siempre sedentaria, y moverte un poco te servirá de mucho.
Escribe a diario
Si, ya sé que estamos hablando de bloqueo, pero es justo ese ritmo diario de escritura el que permitirá que puedas superar el bloqueo. No tiene que ser un gran poema, a lo mejor es suficiente con unos versos sin sentido, lo importante es intentarlo.
En este sentido alguno autores opinan distinto, para algunos la escritura diaria no funciona, solo escriben cuando tienen algo que decir. Lo que también es válido, pero podría prolongar el bloqueo.
Yo no escribo todos los días, al menos no poesía, pero lo intento, y tengo carpetas en mi computadora tituladas “poemas malos” o “intentos poéticos” porque son justo eso, intentos, ejercicio, práctica.
No procrastines
Otra palabra irritante, pero necesaria. En términos criollos sería un “no pierdas el tiempo”, si tu misión es escribir, concéntrate en ello. Siempre parecerá que hacer otra cosa es más productivo, pero la verdad es que la escritura es un oficio que requiere práctica, y si la evitas, entonces más difícil resultará retomarla.
Tente paciencia
La escritura es un trabajo de toda la vida, requiere práctica, lectura, paciencia y mucha revisión interior, por ello es necesario ser paciente con uno mismo, saber cuándo exigirse y cuando relajarse, entender que si no escribes un poema hoy el mundo no se acaba, pero también saber que si desistes de hacerlo muy seguido tu pluma seguirá sin avanzar. Así que paciencia, lo que hoy es un bloqueo mañana te causará gracia.
Allí lo tienen, 8 estrategias que han funcionado en mi trabajo escritural. Tal vez no sean las mejores, pero me han ayudado a superar estas ausencias de la palabra. Y recuerda, “la poesía cruza la tierra sola […] y nada nos pide / ni siquiera palabras.” En cierto modo no nos necesita, somos nosotros quienes la necesitamos y por ello escribimos, por ello la anhelamos, es el objeto de deseo del poeta, y por ende también el mayor tormento, de allí que ella juegue con nosotros y se ausente, a veces es ella la que nos bloquea y ante esto, solo hay que saber esperarla.
Referencias
Octavio Paz (1994) El arco y la Lira. Colombia. Fondo de Cultura Económica.
Eugenio Montejo (1992) Adiós al siglo XX. Ediciones AYMARIA. Lisboa.
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