Reinaldo Arenas: la vida desde el
verbo.
-María
Luisa Angarita-
Escribir
es para muchos una forma de desahogo, una vía de escape dentro del mundo de la
extinción y la miseria humana. Quizás una forma de suicidio invisible o un
sentido de la vida eterna, una ironía, un rescate. Reinaldo Arenas se abraza a
la palabra, a la escritura, en el intento de una vida perseguida y maltratada,
la desnuda para sentirla, vivirla y vivirse en ella de la misma forma que lo
hace en el mar, en la tierra, en el sexo.
Sin
embargo, vivir por la escritura también significa morir por ella, el siete de
diciembre de 1990 se suicidó en New York el escritor de obras tan polémicas y
exquisitas como “El Mundo Alucinante”,
“Celestino Antes del Alba” y “El Palacio de las Blanquísimas Mofetas”.
No digamos que lo hizo en un arrebato de locura, como suelen hacerlo muchos, ni
de cobardía, sino en el arrebato de la más profunda serenidad y valentía
después de haber vivido los años más terribles y a su vez emocionantes del
gobierno de Fidel Castro.
Digo
emocionantes no por ironía ni por omitir el sufrimiento y lucha de Arenas por
su vida, sino por las aventuras que este régimen, sin querer, le permitió vivir
dentro de su propio país, la emoción de la escritura en todos los sentidos
desde sufrir por la creación de un texto hasta verlo morir en manos de los que
nunca supieron qué estaban leyendo. La odisea de reescribir una novela tantas
veces como fue incinerada y de lograr sacar del caos la tranquilidad de la
literatura por medio de los únicos amigos que jamás le dieron la espalda. La emoción
de compartir en tertulias secretas y de leer revistas de creación propia, la
ilusión de salir en algún momento de la cárcel para poder leer el último
capítulo de “La Ilíada” y sobre todo, el placer de saber que por su sola
existencia un sistema se sentía amenazado.
Reinaldo
Arenas lo dio todo por su ideal que no era otro que la libertad de vivir,
pensar y sentir, luchó contra los escritores que vendían su oficio a cambio de
la vida, los que entregaban a sus amigos por un par de zapatos y a cada uno de
estos les envío su pequeña e irónica carta que titulaba “Orden de Rompimiento
de Amistad” como un tributo a la honestidad y a la vida.
Aunque
resulte extraño la muerte siempre fue la principal acompañante de sus aventuras
y proezas, la seductora, la ociosa que gustaba de verle girara entre los
pesares de una prisión, entre los disparos de los enemigos, entre las
frivolidades de quienes le rodeaban, la única capaz de salvarle tantas veces
como fue necesario para que su obra fuese culminada. La única que se lo llevó
sin querer un día de diciembre cuando cansado del V.I.H decidió poner fin a su
pesar, a su ficticia libertad, a su mundo de brujas y de sueños, a su exilio en
la inexistencia. Por algo escribe en su biografía después de diez años fuera de
Cuba:
Quizás
por esa sensación de inexistencia se apegó tanto a la palabra, se vistió de
ella para rescatarse del vació, primero para no morir en el fuego de la
dictadura y luego para sobrevivirle al infierno de la soledad, a un infierno
invernal que obliga a escribir siempre antes del anochecer, siempre antes de
morir.
[1] Arenas
Reinaldo (1992) Antes que anochezca. Autobiografía. Círculo de lectores.
Barcelona. España.
Extraordinario. Magnífico texto, mi querida María Luisa. Y bello tu blog.
ResponderEliminarGracias Cariño!
EliminarSiempre me interesó Arenas, por su historia personal y su nacionalidad.No era difícil creerse inexistente en medio de tantas atrocidades del régimen cubano. Sigo tu block porque la literatura como puedes imaginarte por mi filiación es una de mis pasiones. Y porque te admiro.
ResponderEliminarGracias Luisa, amo la literatura de Arenas, sólo una novela no he logrado culminar "Otra vez el mar" (2002) pero todos los años le hago la lucha, un día de estos la termino.
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