El
Adviento: tiempo de espera y peregrinaje en el amor. (II)
-María Luisa
Angarita-
Nos encontramos en un
tiempo maravilloso para ser fecundos en el amor, es el Adviento, un recorrido
donde no sólo esperamos ansiosos la llegada del Señor en su nacimiento y en la
espera escatológica, sino que es a la vez el tiempo de renovación, de cambio,
de conversión.
En adviento vivimos el
Misterio de la Encarnación de Cristo en María Virgen y Pura y nos adentramos en
el misterio de la Maternidad Divina. Jesucristo y María son el eje central de
este tiempo, junto a ellos nos comprendemos como Iglesia, esa comunidad unida
que vive y espera la llegada del Salvador por medio una Madre ejemplar y fiel
que con su “Fiat” abre las puertas de la Salvación.
Por ello como Iglesia peregrina
a la espera del redentor el Adviento se constituye tiempo propicio para
reflexionar sobre nuestra vida cristiana y el cómo la estamos viviendo ¿Somos
verdaderos cristianos? ¿Vivimos una fe sincera, caritativa, misericordiosa?
¿Estamos realmente preparados para encontrarnos con el Señor?
Adviento es tiempo de
preparación para recibir al Señor, así como limpiamos y decoramos nuestros
hogares, debemos también limpiar nuestros corazones de toda impureza,
prepararlos y abrirlos gozosos a la llegada del Redentor. Renovar el alma desde
la oración, el servicio y la constante conversión.
Esta época es pues un
tiempo perfecto para reencontrarnos con el amor de Dios en nuestros corazones,
pero más aún para vivir ese amor con el prójimo, con el hermano, en la
cotidianidad del encuentro, en el peregrinar constante hacia Dios.
Así como Jesús vino al
mundo y se entregó por amor, nuestro ideal de vida cristiana es ese, darnos al
otro en amor sincero en amor de hermanos, acercarnos al otro en sus realidades
concretas y apoyarles desde la misericordia y la caridad no sólo
momentáneamente sino con la conciencia de que desde esa solidaridad podemos
ayudarle a construir un mundo mejor para él y para todos.
Finalmente, el Adviento
es el tiempo por excelencia para vivir el perdón, la alegría, el gozo por el
encuentro con el ser amado que no es otro que Jesús “El sol que nace de lo
alto”, es el tiempo para vivir la fraternidad, el gozo de dar y darse a los
demás en el servicio. Es tiempo para hacer reinar la Justicia y la paz, para
ser nosotros mismos agentes de cambio, constructores de la paz. Es tiempo pues
de amor, vivir el amor desde ese amor que Cristo nos ofrece.
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