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¿La poesía del terror o el terror de lo poético? La palabra como necesidad y la poética del terror en "Las Indignas" de Agustina Bazterrica.

 Agustina Bazterrica escribe terror, eso lo sabemos. Lo vimos en Cadáver Exquisito y lo vemos ahora en Las Indignas (2024). En esta ocasión es un terror distinto, poético. ¿Puede haber terror en la poesía? ¿Puede la poesía ser terrorífica? O ¿Puede haber poesía en el terror? Respondo con un sí a todas las interrogantes.

Leí Las Indignas con un suspiro cruzado en el alma. En esta novela las imágenes poéticas, las metáforas, los recursos estilísticos y del lenguaje, el lirismo, los versos, todos los elementos poéticos confluyen como ríos de encanto maligno para converger en un océano de maldad pura. Ese mismo tipo de maldad que ya Bazterrica nos regalaba en Cadáver Exquisito.

Espera ¿Cómo que versos? Sí, en Las Indignas el lector se enfrentará a una novela diferente, una novela donde la narración de pronto se corta, las líneas bajan y aparecen versos, frases cortas arrojadas al espacio blanco de la página. ¿Por qué lo hace? Por necesidad, la necesidad de la escritura.

Aunque en Las Indignas encontraremos un tipo de terror que ya Bazterrica maneja muy bien, ese donde la maldad humana rebaza los límites de la locura y el sadismo. También encontramos una exploración íntima y poética del oficio de la escritura. Un oficio que se muestra tal cual es, con tachones y remiendos, con palabras suprimidas para decir otras, para no decir lo dicho, pero dejarlo asentado.

La historia nos llega de mano de la protagonista, una narradora interdiegética que se lanza a la aventura de escribir su propia historia en un libro de la noche cuya tinta es su propia sangre. La metáfora perfecta de la labor del poeta y del escritor literario. Porque de esto va la escritura y de esto depende, de enfrentar a la noche y sus sombras, de desangrarse frente a la página con la esperanza de que pueda salvarnos.

La protagonista escribe bajo el riesgo de ser descubierta y que esas palabras la lleven a la muerte. Ella lo sabe y continúa, porque una vez lanzada la primera palabra sobre el papel en blanco no hay vuelta atrás. La escritura se vuelve necesidad y el papel se convierte en el refugio perfecto que ofrece sustento a la vez que consume. La protagonista lo sabe, la escritura es necesidad. Y su necesidad la lleva a lanzar sobre esos papeles que se pega al cuerpo para no ser descubierta, la historia de su vida y de las mujeres del recinto donde se encuentra.

En esta obra Bazterrica se vuelve poeta ¿o lo ha sido siempre y ahora lo descubre? Las imágenes están cargadas de belleza en este texto, incluso las crueles, incluso las que nos sumergen en un mundo hostil, terrible, doloroso, terrorífico. Porque cuando habla de las cucarachas, los grillos, las mujeres mutiladas, lo hace con una carga poética tan intensa que más que leer una novela pareciera que estamos viendo una película hermosa colmada de efectos especiales únicos. Algo similar a lo que hace el director Mike Flanagan en su filme de terror: Somnia, antes de despertar, pero con una carga semántica más poderosa. Salí de esta novela con la sensación de no haber leído una novela, sino un poema extenso cargado de imágenes perturbadoramente bellas.

Pero hay más en Las Indignas, como lo hubo en Cadáver Exquisito. Hay una crítica profunda y radical a una forma de vida que da pie al terror mismo en la novela: el fanatismo religioso. Esa forma de imponer a la fuerza una forma de pensamiento y de creencia que es capaz de conducir a los seres humanos hacia las peores atrocidades solo por una idea, por la creencia de que esa idea es la base de todo.

Si volvemos a Cadáver Exquisito podemos ver que la idea de una iglesia o secta religiosa maligna ya se veía venir. En la primera novela se trata de la Iglesia de la Inmolación, en la cual los fieles se inmolan para que su carne sea comida. En Las Indignas, también hay un culto, de hecho, toda la historia se desarrolla dentro de un claustro la Casa de la Hermandad Sagrada, donde las mujeres son elegidas en diferentes categorías para “canalizar” la divinidad.

Y es justo en esas formas de canalización donde la maldad pura y el terror entran en juego. En el claustro se ven o se sienten fantasmas, pero estos son la parte más inocente de la historia. El verdadero mal se esconde entre las mismas fieles, las indignas, la Hermana Superior y un Él, una especie de sumo sacerdote que permanece oculto hasta el final solo para revelar la función real de esa hermandad sagrada.

La hermandad tiene formas macabras de manejar la purificación, el contacto con la divinidad y la sobrevivencia, porque además todo ocurre en medio de un mundo distópico. La crueldad humana está a la orden del día y la víctima puede ser cualquiera, desde las sirvientes y la indignas, hasta las elegidas, cualquiera puede recibir su tanda de crueldad y propiciarla.

Aquí el terror parte del misterio, se centra en el dolor y finaliza, como toda secta, en el sacrificio.  Y es en ese manejo de la crueldad, el dolor y el sacrificio donde las imágenes terroríficas se vuelven cada vez más bellas, más cargadas de significado, más poéticas. No se puede entrar a esta novela, a su claustro malignamente sagrado y salir igual. Sin duda, Bazterrica logra con esta obra representar la belleza de la maldad. Hace de Las Indignas una poética de lo terrorífico.


María Luisa Angarita

Buenos Aires, 1/10/24

Bazterrica, Agustina (2023) Las indignas. 1.a ed. Alfaguara. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina.  

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