¿Qué es lo imaginario y qué lo real? ¿Hacia dónde confluyen los ríos del pensamiento cuando se dejan circular sus corrientes dentro y fuera de su cauce? ¿Se puede vivir sin sombra? ¿o se puede ser una sombra ambulante creyendo tener una vida real en medio de
un mundo cada vez más encerrado en sus propias obcecaciones?
Salí de La
ciudad y sus muros inciertos de Murakami como salgo siempre de cada uno de
sus libros, con esa sensación de seguir allí, atrapada en uno de sus pozos,
cuestionándome la vida, la realidad, lo onírico, lo ontológico. Cuestionando
cada aspecto de mi vida y sintiendo el permanente vacío que insiste en hacer
fluir entre sus páginas.
En esta
novela Murakami vuelca su apreciación sobre la existencia humana y la dibuja
transgrediendo los límites de la vida y la muerte. En una especie de homenaje al
realismo mágico, el autor nos hace viajar hacia una ciudad misteriosa tan real
como imaginaria, a la que nadie sabe exactamente cómo llegar y de la cual
resulta muy difícil salir. En cierto modo es su propio viaje a la ciudad
misteriosa, su continua lucha por desenmarañar una historia que a lo largo de
su vida fue cavando su propio hoyo en su alma.
Pero ¿qué
hay en esta obra que hace a sus lectores abandonarla y retomarla con
obstinación con la certeza de que en una página próxima la revelación se hará
presente? He leído por allí a otras personas comentar que tuvieron que
abandonarla y continuarla, yo también lo hice. La razón de esto va más allá de
la complejidad de su estructura narrativa, esa historia que se corta en tres
partes y que deja colar una tercera historia a cada paso.
Había
trabajado sobre esto antes durante mis estudios de posgrado, la tercera
historia es un estilo de escritura narrativa donde a la vez que se cuenta una
historia, se cuenta otra y otra más. Encontrarlo en esta novela de Murakami fue
para mí una prueba, porque sostener la ilación de cada historia a lo largo de
más de 500 páginas y que estas al final encuentren su integración es tanto un
reto para el escritor como para quien asume la lectura.
Sin
embargo, más allá de esta confluencia de historias en una. Lo que Murakami nos
plantea aquí es la lucha continua del hombre por encontrarse a sí mismo, por conocerse
y entenderse. La continua ambivalencia entre lo que somos y lo que queremos ser.
La complejidad del ser humano en cuanto a ser, a ente, a unidad pensante que es
a su vez uno y muchos en un mismo cuerpo.
¿Es el
hombre el reflejo en el espejo? ¿es su sombra? ¿Somos la sombra que nos sigue o
somos una sombra más en medio de una ciudad imaginaria? ¿Qué somos como
personas? ¿Qué y cómo amamos? ¿Cuáles son los ideales y valores que nos
conforman? Y esas murallas que se modifican continuamente en la ciudad
imaginaria ¿Son acaso las lindes de nuestros propios pensamientos que se
ajustan y moldean según vamos sumando experiencias y conocimientos, sueños y traumas?
Esta ciudad
imaginaria, amurallada, donde los unicornios mueren bajo la inclemencia del
frío se me hace una representación de la mente humana. Ese espacio donde confluyen
los pensamientos y las ideas. Donde la ilusión muere frente a la realidad más
cruda. Donde la imaginación vuela y se atreve a leer e interpretar los sueños,
mientras nos permitimos conversar con seres imaginarios que son al mismo tiempo
la otra cara del yo. ¿Un juego de otredad quizás? Resulta extraño que tanto el
chico del buzo del submarino amarillo como el fantasma de Koyasu se integren
tan bien a la personalidad y forma de ser del protagonista, hasta el punto de
hacerse uno. Y que este se reconozca en su sombra, y que su sombra tenga la
autonomía de reclamarle, de exigirle, de hacerlo volver a la luz.
Si hay algo que nos hace permanecer pegados a estas páginas, porque aun cuando abandonamos la lectura continuamos inmersos en ellas hasta que la retomamos, es esta continua interpelación hacia nosotros mismos. Nos leemos en esta historia. Tratamos de descubrir lo que pasa a la vez que intentamos descubrirnos. Por eso no es una lectura fácil. Por eso avanzamos por ella como una sombra, un tanto inconscientes de nuestra realidad y a la vez con la certeza de que, en algún punto, nos encontraremos con nosotros mismos a la luz de la claridad de la mente, de las ideas, de los sueños.
Aun no me
marcho de esta ciudad. Ahora necesito ir a su origen y explorar sus inicios,
debo sumergirme en ese segundo intento y, si tengo suerte, en el primero
también. He quedado atrapada entre las lindes de esos muros inciertos, debo encontrar
el modo de llegar a ellos para descubrir la historia tras la historia. Para
apreciar con detenimiento esa labor escritural exhaustiva que no se conformó
con las primeras versiones. Para ver también si logro descubrir cómo esas
murallas inciertas me contienen.
María Luisa
Angarita. Buenos Aires 12/12/2024.
Murakami,
Haruki (2024) La ciudad y sus muros inciertos. Tusquets Editores. 1a ed.
1ª reimp. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
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