Hay que volverse tarántula para sumergirse en el mundo de Elaine Vilar Madruga, una tarántula que busca el origen de la palabra en su propio origen, allí donde sus ancestras fueron abriéndose camino para comprender no la esencia de la palabra, sino de la feminidad. Una feminidad marcada a fuerza de trabajo duro, fogones ardientes y dictaduras.
En su
poemario Las Tarántulas publicado en 2025 por Concreto Editorial,
Elaine nos revela parte de su mundo íntimo, cargado de su mirada siempre
profunda sobre lo femenino y a la vez su reflexión continua sobre la escritura
y la palabra poética. Todo en una mezcla para confirmarnos de entrada que ella
es mujer y poeta, una mujer poeta en continua búsqueda hacia sus profundidades:
en mi interior siempre he sido
una
tarántula o un monstruo
pero en
verdad quién será la mujer de muy adentro
la que debí
ser y me negaron
quién será
la mujer de la entropía
la que une el verso con la placa tectónica (p.11)
Esta mujer
que busca y se busca es una mujer que se conoce, por eso la búsqueda siempre
sigue, porque nunca terminamos de conocernos. Aun así, nos regala imágenes
poderosas como esta de su poema Contracción: “cada mes traigo al mundo/
un silencio/ con ojos de sangre.” (p. 13) O estos versos dedicados a esa mujer
de la que proviene su estirpe: “dime tú cómo puedo anunciarle/ que la poesía es
más grande/ que el propio templo de sus palabras” (p.22)
Las tarántulas tienen 8 patas y un cuerpo que se divide en dos partes, tal como la mujer, que debe hacer siempre 8 cosas a la vez con solo dos manos, y cuyo cuerpo se divide entre el de los hijos y el propio. Una parte del cuerpo para dar vida y la otra para sostenerla.
Así
camina Elaine Vilar Madruga por estas líneas, camina sigilosa revestida de una
voz poética firme y crítica. Tan crítica que de pronto parece reclamo sin
serlo, porque este poemario es más una exaltación que otra cosa. Elaine reconoce
a las tarántulas de su estirpe y a sí misma, ella también tiene 8 patas, así
como un cuerpo dividido entre la creación literaria y la lucha femenina, en medio
de un país siempre contrario, siempre detenido.
Elaine
reflexiona. Nos habla sobre su país, sobre ser mujer y sobre ser mujer en su
país. También sobre la tarea ardua de escribir, de escribir-se: “una tarántula
se convierte en palabra” (p.37. Una tarántula palabra es una tarántula poeta,
que a su vez reconoce lo que todo poeta en algún momento de su vida se ve
obligado a reconocer: “la poesía nada me ofrece / salvo el silencio” (p. 38) y
es ese el centro de toda su magia. Y a la vez su peligro sempiterno: “las
palabras no se matan a palazos/ ellas te matan a ti” (p. 40) no en vano la
palabra poética puede ser salvación y condena, bendición y maldición al mismo
tiempo, lo mismo que la feminidad. Por eso hay que ser una tarántula, hay que
saberse una y entender que de su fuerza venenosa depende su sobrevivencia.
Así, la autora nos ofrece su mirada sobre la
tarea poética y la tarea femenina, ambas contenidas en esa clase de misión de
dar vida: a la palabra, al hijo, al óvulo, a las hijas tarántulas. Una misión
que se repite en cada mujer en cada nueva tarántula. Ella misma lo dice:
“nosotras/ las tarántulas sin boca/ las escribas/ las pequeñas desoladas” (p. 34)
versos que cierran un poema que lanza como bomba para explotarnos la conciencia
y al cual titula “Una historia general de las mujeres poetas”. Gracias
Elaine por escribirnos poetas y no poetizas. Gracias por asumirnos tarántulas
junto a ti, gracias por acercarnos a este universo tarántulesco y enseñarnos a reconocernos
como lo que siempre hemos sido, mujeres tarántulas, mujeres poetas.
Hay verdades
en este libro que nos saltan encima como las tarántulas cuando se sienten amenazadas.
Verdades que revelan el misterio de las palabras y también sus peligros. El
peligro de las primeras palabras, esas que siempre quedan adheridas al alma y
que para la voz poética tienen privilegios: “la destrucción/ tendrá siempre el
privilegio/ de ser la primera palabra del mundo.” (p. 46) Porque rompe el silencio,
destruye la inocencia y lanza a quien la pronuncia al mundo del lenguaje. Un
mundo que puede ser tan hostil como para dejarnos sin palabras, como ocurre al
final del libro en el poema que la de título:
he aquí que mi autorretrato es
una
tarántula sin ojos
que
extiende las patas
para sentir
como pasa el mundo por debajo
como pesa
el mundo
cuando las
palabras ya no alcanzan. (p. 64)
Mujer,
palabra y poesía se combinan en este poemario hermoso y contundente de Elaine
Vilar Madruga. Un poemario que revela y exalta esa misión solo asignada a las
mujeres: la de ser mujeres poetas, la de ser tarántulas.
María Luisa
Angarita. Buenos Aires 18/04/2025
Referencias:
Vilar
Madruga, Elaine (2025) Las Tarántulas. 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires: Concreto Editorial.
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